El frio de Chicago comenzaba a asomarse
poco a poco, sin recelo. Comencé a correr por las mañanas para evitar sentir el
frio y cuando llegaba a la escuela me cambiaba de ropa, eso me hacía sentir
bien, y lo mejor era que en ocasiones los niños me acompañaban y los padres
sentían confianza de que ellos corrieran conmigo, ¿acaso no debería ser el
maestro un motor de actividad?.
Eventualmente, el frio se hizo
brutalmente doloroso y para evitar enfermedades, Gaby me prestó una bicicleta, el
pelotón se hizo aun más grande, pero la nieve hizo la marcha difícil, así que
terminé aceptando que Gaby fuera por mi a casa y me llevara a la escuela,
aunque con el tiempo la convencí de convertir su Prius en autobús escolar, y pasábamos
por los niños a sus casas. Algunos padres no podían pagar el transporte, así
que hicimos buenos arreglos, además Gaby se ganó muchas bendiciones. ¡Creo que
si las juntara todas le alcanzarían para tres vidas enteras!.
Durante una mañana particularmente fría
comencé un debate mental que me atreví compartir con Gaby: ¿por qué tenía que
ir a la escuela aun en las condiciones más deplorables?. ¿por qué no podía
aprender en casa?, ¿teníamos que exponer a los niños a accidentes y
enfermedades?.
La primera idea de Gaby fue decirme que
había en algunos países un movimiento llamado Home Schooling y que se hace más fuerte bajo diversos argumentos
que incluían las distancias, el costo de las escuelas, las enfermedades, y
sobre todo la violencia escolar que cada vez cobra más víctimas, además permite
a los padres controlar los contenidos a los que sus hijos son expuestos.
Ese día pensé mucho en el tema, para la
segunda semana de frio 12 niños se reportaron enfermos y por supuesto, estaban
en riesgo el resto. Comenzamos a comer más frutas que nunca y aprendimos a
lavarnos las manos con agua y jabón ya que existen estadísticas de salud que
indican que eso disminuye por mucho el riesgo de contagios.
Los niños llegaban con caras cansadas
después de haber recibido las vacunas de rigor, pero sin duda con ánimo por
aprender, con ideas que compartir y nunca se cansaban de sonreír ante los
retos. Esos eran los niños de los que no se habla en los libros.
Cuando salí de la escuela, decidí visitar
a mi gurú, había estado de viaje, así que extrañaba compartir una taza de té
con pan de calabaza, ¡no entiendo porque le gusta tanto!, pero me doy siempre a
la tarea de llevarle uno a cambio de nuestras charlas que siempre me dejan algo
interesante en la cabeza.
Esta vez le pregunté lo mismo que a Gaby
¿por qué los niños no pueden quedarse en casa a aprender?.
Creo que me miró con una extrañeza tal
que pensé que estaba tratando de entrar en mi cerebro a través de mis ojos,
pero después de un breve silencio al que ya me había acostumbrado, pues sabia
que su respuesta era tan pensada que estaba a punto de aprender algo, me dijo:
-
Creo
que puedo darte dos respuestas, ambas
independientes, pero tal vez pensando un poco en cada una descubramos que hay
más posibles razones.
La primera es que si todos los niños pudieran
descansar cuando el clima es extremo, el costo de los maestros y los servicios
administrativos sería tal, que probablemente se volvería insostenible en poco
tiempo. Cualquier región tiene cambios de temperatura que van de moderados a fuertes,
pero en diferentes momentos, con lo cual crearía un calendario escolar distinto…
creo que sería un poco caótico y poco viable por esas razón.
La segunda respuesta, es menos sencilla y se relaciona
con la idea de la Educación. Los seres humanos son la única especie que pone a sus
criaturas durante años y años en ambientes artificiales para aprender, o lo que
un grupo de personas cree que deben aprender. A las ideas, planes y programas,
yo le llamo educación, y dista mucho del aprendizaje, pues muchas veces estas
ideas están fuera del contexto de los niños a quienes se dirigen.
Pero entonces, ¿cuál es la relación entre educación y
aprendizaje?, ¿acaso no educamos para que los niños aprendan?.
-
En teoría,
si, pero creo que hay una distancia enorme entre ambos. Cuando la alguien
diseña un plan, lo hace pensando en lo que aprendió y en lo que piensa que los
niños deben saber y cómo lo deben saber, pero hay un desfase entre lo que esa
persona cree que se debe saber y el momento en que los niños pueden usar esos
conocimientos. Todos creemos que los niños deben hablar, escribir, leer y saber
números, pues son los aprendizajes básicos y se supone que los niños deben
maximizar estas herramientas cognitivas. Pero ¿qué pasa si un niño se retrasa?,
no te detienes y analizas el porque ese niño no lo hace bien y cómo lo hace. Tu
programa dice que debes seguir y ese niño debe buscar los apoyos, ya sea
escolares o externos para alcanzar al resto. El problema es del alumno, no del sistema
educativo.
La educación es un conjunto de ideas, que se hacen
llegar a los maestros, quienes son los depositarios de las mismas, y los
encargados de que los niños las aprendan, a partir de estrategias pedagógicas,
así que son otra entidad distinta aunque por supuesto, son parte de la
educación.
El aprendizaje, es un proceso que ocurre en el cerebro
de los niños, como respuesta a los estímulos del medio ambiente, que se
comparte con el resto de las especies sobre la tierra para poder sobrevivir.
El resto de las especies no dejan de aprender, por el
frio o por el calor, ¿verdad?, entonces quizá no debería quejarme.
-Supongo que el resto de las especies tienen otras
cosas de que quejarse, pues su examen consiste en sobrevivir y si no aprueban
el examen, el costo es muy grande.
Creo entonces que debo ver las cosas desde otra
perspectiva. Supongo que empujar a los niños a estudiar nos permite tener
mejores medicamentos contra las enfermedades que les permitan ir a la escuela.
-He visto a tus niños más que felices
corriendo contigo hacia la escuela. Creo que tú haces una diferencia enorme. ¡Los
impulsas a aprender!.
Cuando volví a casa esa tarde, me hice un gran licuado
de frutas y vegetales, incluso agregue espinacas (aun cuando creo que son
asquerosas) para reforzar mi sistema inmunológico y aguantar el frio de
Chicago, !creo que a mi madre le daría un paro cardiaco si me viera tomando eso!.
Como decían los papás de José, si aquí nos tocó vivir, no podemos
quejarnos, pues a la vida hay que darle buena cara; y creo que todos pensaban
lo mismo, pues los niños que se enfermaban lloraban para que les permitieran
volver a la escuela a aprender… algo raro estaba haciendo con esos niños, ¡estaba
seguro que un día me culparían de un ataque de ideas por parte de ellos!, ¿qué harán
los padres si estos niños deciden ser científicos?