La obra de teatro que los niños escribieron incluyó
los valores de la amistad, la cooperación, la paz y escribieron la obra de modo tal que
hizo reír y llorar a sus padres, pero sobre todo sorprendió a los directivos y
demás maestros.
La historia es simple, se centra en una niña que llegada de un país lejano, se
siente perdida en el mundo, sin
compartir el idioma del lugar, pero capaz
de encontrar amigos, obsesionada con un hot dog con crema de cacahuate que inicia su búsqueda
por un lugar entre un grupo de niños que no creían que los monstruos pudieran
tener lagañas rosas. Todo para decir: la amistad, la paz y la cooperación son
la mejor forma de resolver problemas del mundo.
Cada uno aportó su parte, descubrí que todos son
buenos para algo, por ejemplo el telón de la obra estaba bellamente decorado
con malvaviscos mordidos y las lagañas del monstruo eran pétalos de rosa. Mi
asistente de director tuvo todo a tiempo y en orden, el vestuario no pudo ser
mejor pues cada niño decidió que usar algo relacionado con su cultura, por lo
que pudimos ver trajes típicos de cada uno de sus países, lo que inundó de una
fiesta multicolor el evento.
Descubrí que la confianza en mí no era mucha
por parte de los directivos de la escuela. Nuestra obra fue dejada al final del
programa, esperando que los padres no se sintieran avergonzados de la pobreza
artística de sus hijos, porque mi grupo estaba catalogado como de bajo perfil.
No me quedó claro que significaba eso hasta que la directora, me tomó del brazo
y me susurró: ¿cómo hizo usted para lograr que los niños actuaran?.
Afortunadamente en ese momento una madre me
abrazó tan fuerte que imagine que mis ojos saltarían y tendría que correr tras
ellos, aunque no imaginé cómo si no vería sin ellos. Cuando finalmente me soltó
me dio un beso y grito: ¡No sabía que Mita pudiera cantar tan bonito!.
Cuando el papá de José llegó hasta su hijo, no
solo lo felicitó, le dijo que estaba orgulloso de él. Si una obra de teatro nos
permitió aprender vocabulario, hilar
ideas, hacer secuencias de eventos, trabajar verbos, poner en marcha el trabajo
cooperativo, desarrollar nuestra creatividad y… ¡puf! puedo seguir la lista,
por primera vez deje de sentir miedo de toda su riqueza cultural… estos niños
me habían enseñado más de lo que yo aprendí en todos mis años de clases
aburridas…
Mire con cuidado como Hanna bailaba entre sus
hermanas cuando sentí un jalón en la manga, era Erick que tenía un puñado de
malvaviscos mordidos y con una sonrisa me preguntó: maestro, ¿quieres ayudarme
con el telón?, le dije: ¡claro, ya que no me dejaron ayudar a prepararlo!. ¡No
podía creer que estaba comiendo malvaviscos y sabían a gloria!, ese puñado de
azúcar eran un premio Oscar para mí.
Estaba avanzando a la puerta cuando vi a Gaby
sentada en el asiento más alejado del escenario. ¡No podía creer que estaba
ahí, con sus tacones alto y su vestido de seda!. Estiró el programa y me dijo:
¿me lo puede autografiar, por favor?, le sonreí como pocas veces lo había hecho
y cuando ella estiró la pluma, la directora se puso en medio de los dos y dijo: “Bien hecho, nos sorprendió a todos,
quiero que me diga que hizo con esos niños”. Estaba a punto de responder cuando
Gaby dijo con voz suave: “creyó en ellos”.
La directora la miró con desdén, la señaló con
su Iphone y casi le ordenó: “Quiero que
calendarice los cursos para la primavera, parece que ustedes tienen algo que
favorece a los maestros”.
Cuando salimos, todo se veía distinto.
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