¿Cómo van tus alumnos con sus proyectos de
ciencia, David?, escuche la pregunta que me sacó de mis propios pensamientos
mientras intentaba comprender como imprimir una hoja en la sala de maestros.
Era Sonja, la maestra de quinto grado. Antes de que pudiera responderle
continúo diciendo: uno de mis alumnos tiene un hermano en tu salón, dice que su
hermano toma fotos de plantas y que hace observaciones todos los días, pero que
cuando le pregunta el niño solo responde que están haciendo plantas.
Si, tienen un proyecto sobre el desarrollo de
las plantas que les ha gustado mucho.
-Supongo que lo adecuaste a su nivel
de inteligencia, pues no creo que sus
padres pueden apoyarles mucho en las materias de ciencia ¿verdad?.
Me pareció racista y ofensiva la pregunta pero
decidí preguntar a que se refería antes de acusarla por falta de respeto a las
minorías.
-Bueno, tú sabes, no todos entienden
de física. Mis alumnos explicarán sobre física.
Suena genial ¿Todos están haciendo el mismo experimento?
-¡Por
supuesto!, ¿de qué otro modo se puede hacer?.
Recordé
aquel primer encuentro: hay muchos mitos en la ciencia y se enseña que solo
existe la física y la química pero además que solo hay una labor científica.
Cuando la
impresora finalmente escupió la hoja deseada, me retiré diciendo que
seguramente su experimento sería un éxito.
Mientras
caminaba a mi salón le envié un mensaje a mi mentor y le pregunté si podría
pasar a visitarla después de clase. Su respuesta tardó un rato pero aceptó
verme.
Cuando me
recibió me pidió solo un segundo, pues estaba fotografiando una ardilla. Cuando
terminó, buscó un vaso y sirvió limonada que igual que la vez anterior no tenía
azúcar, por lo que me pidió que yo la endulzara. Creo aún no le tenía suficiente
confianza para preguntarle porque no agregaba azúcar a su limonada.
Le dije
que no quería quitarle el tiempo pero que me había asaltado la idea de que los
demás maestros no creían en las capacidades de los niños y que al parecer mis
alumnos estaban etiquetados por debajo de la norma de inteligencia, y que quizá
yo les estaba haciendo un daño al hacerles pensar que podía hacer las cosas
como cualquier otro alumno.
Su rostro
cambió su habitual sonrisa por tristeza, pensé que quizá no me había comprendido
bien, pero después de un segundo me dio esta explicación:
-Querido
David, no sé si sabes que yo no entiendo nada de educación, no comprendo por
qué la educación no es capaz de centrarse en el aprendizaje de los alumnos, y
menos aún en cómo fue que adoptó la idea de que existe algo como inteligencia y
que a partir de ello es posible clasificar a los alumnos. Existen socialmente
tres grupos que son los niños con talento o alta capacidad para hacer algo,
luego vienen los niños que pueden hacer las cosas a un ritmo usual y finalmente
los niños con necesidades educativas especiales. Cada grupo tiene sus
características y sin duda sus propias formas de adecuarse al ambiente.
El
problema viene cuando pensamos que la inteligencia determina lo que puedes o no
hacer. Yo creo que se debería decir: yo hago de esta forma ¿y tú?, o ¿tú como
lo harías?, yo pienso esto ¿tú qué opinas?, en mi opinión eso nos haría a todos
menos temerosos de aprender pensar que todos hacemos las cosas de una sola
forma es una de las muchas paradojas sociales de las cuales un día podremos
discutir.
La
escuela dice: Así deben hacerse las cosas y se hace lo que yo te digo, del modo
que yo te digo y si yo te digo, pero admiramos a quienes son diferentes, hace
10 años el Iphone fue una cosa revolucionaria, ahora se habla de innovación y
tecnología pero no se permite desde el seno escolar. La creatividad es
aniquilada, pero peor aún, reproducen mitos que se convierten en verdades
falsas.
Un
ejemplo es que la ciencia es solo para mentes privilegiadas o que en ciencia
existen leyes, cuando que la verdad es que la ciencia cambia, evoluciona, igual
que nuestro cerebro, lo que sabes hoy, no lo sabías hace 10 años. Si no puedes
hacer algo hoy, quizá lo logres en 1 mes o un año.
Si
preguntas a los niños y a los maestros están temerosos de cometer un error, es
por eso que no pueden centrarse en aprender, por eso no preguntan aunque tienen
dudas, “no vayan a pensar que soy tonto” o que “no pienso como tú”. ¡Eso nos
consume!.
Yo no
sé manejar un auto pero no dudo que un día al menos voy a mover el volante.
Mi
pregunta te va a hacer enojar, pero no quiero que siga atormentándome: los
niños de grupos minoritarios ¿pueden aprender de igual forma que otros niños?.
Sus ojos
brillaron y me miró de un modo que sabía que su respuesta cambiaría mi vida.
-David,
si me preguntas desde el punto de vista de la educación, la respuesta es NO,
porque ellos no se ajustan culturalmente a los programas educativos, pues van
en contra de la comprensión del idioma de la oportunidad de herramientas
ambientales pues sus padres trabajan 12 o 14 horas al día, no tienen tiempo de
ayudarles en sus tareas y aunque lo hagan, no pueden resolver dificultades
relacionadas con temas que ellos no conocen.
Desde
el punto de vista de la neurociencia, TODOS los niños pueden aprender pues el
aprendizaje es un proceso necesario para la conservación de la especie y este
principio está relacionado con la capacidad de adaptarse al medio ambiente.
Evolutivamente hemos sobrevivido por esta capacidad de adaptarnos al ambiente y
en el caso de los seres humanos la capacidad de adaptar el ambiente, pero este
principio es compartido hasta por las proteínas, las cuales te dan a entender
que no se necesita un cerebro para adaptarse. El principio es simple, o te
adaptas o te vas. Esto se aplica en los ambientes laborales y hasta en la
tecnología, la cual evoluciona a pasos agigantados.
Creo
que me gusta ver al cerebro como un prototipo natural capaz de adquirir
aplicaciones cada que las requiere, borra las que no necesita, desarrolla,
inventa, crea.
Así
que lo que te puedo decir es que tus niños tienen TODO para aprender, pero el
ingrediente principal en todo aprendizaje es que crean en ellos.
Ayer
no escuché ninguna pregunta tonta y su capacidad de saber es emocionante. No
tengo más consejo que darte excepto que te des la oportunidad de maravillarte
de sus capacidades, sin esperar que hagan esto o aquello, pues si cierras los
ojos, nunca serás capaz de escuchar la música, ya que estarás temeroso a caerte
o lastimarte.
Los
niños creen en ti, sus padres confían y miro en sus ojos las ganas de saber.
Por tu pregunta creo que te hace falta confiar en ti mismo.
Me di
cuenta que la escuela nos cierra los ojos, estaba frente a un principio
distinto. Cuando estaba listo para ir a casa le pedí que un día me explicara su
idea de educación.
-¡Con
todo gusto!, prometo que tendremos esa charla. Pero por el momento, toma, te
junté algunas revistas sobre pedagogía de la ciencia y algunas otras. No tienes
que cargarlas todas, puedes dejarlas aquí y venir por ellas cuando gustes, pues
ahora sé que tomas este camino para ir a casa.
¡Sentí
como si me dieran un Lamborghini!, le prometí pasar a molestarla después de
clase, y mientras tomé mi mochila le pregunté porque su perro no me ladraba si
no sabe quién está a su lado.
-Simple,
ella no ve, ni escucha pero puede olerte, sabe quién eres de la misma forma en
que tú puedes reconocerla, solo que emplean distinto mecanismos. Eso es un
ejemplo de adaptación.
Corrí
hasta casa y cuando llegué no solo me sentí contento por mi esfuerzo físico,
por primera vez fui capaz de cerrar mis ojos y escuchar la música y ¡voy a
buscar las forma de compartirlo con todos!.
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