Cuando volví a casa, sano y salvo afortunadamente después de otro viaje en el Super Prius de Gaby, le envié un mensaje a quien tantos consejos me había brindado y mi pregunta sin más preámbulo fue: ¿cómo le puedo enseñar ciencia a los niños?
Su
respuesta hizo que casi me cayera de la silla a pesar de que estaba sentado
sobre la cama:
-Querido David, yo creo que tu pregunta es un
poco más compleja, pues creo que a esta edad a los niños no se les debería
enseñar ciencia, sino como amar la ciencia.
En el
siguiente mensaje le pedí su teléfono porque por un momento tuve esa sensación
de que esta charla me llevaría varias horas… cuando me respondió, le pedí que me explicara eso con bolitas y
palitos.
- David, debes mirar a los niños no
como un cubo vacío al que les vas a depositar conocimientos, como quien vierte
agua a una planta y esta florece gracias al agua y la tierra que pones sobre
ella, pues eventualmente la planta deja de crecer. Los niños son científicos
por naturaleza, ellos cuentan con un proceso que en algún momento de nuestra
vida escolar perdemos y es la imperiosa necesidad de preguntar.
Los
niños preguntan de manera inocente porque quieren saber, un adulto pregunta
para saber si tú sabes. Para darte un ejemplo de esto, hace un rato, mientras
te daba la explicación, no preguntaste mucho. Quizá estabas pensando que tus preguntas
podrían parecerme tontas, pero espero
que mañana con los niños cambies de forma de pensar ya que tu labor será observar la actitud de los niños
y contar el número de preguntas que harán, y al mismo tiempo observarás a los
adultos que les acompañen y después comentamos tus resultados.
Yo creo que los niños van a tener más preguntas
que los adultos, esa es mi hipótesis
¿Puedo
enseñar ciencia si les pido que todos planten un mismo tipo semilla y la vean
crecer?
- Esa es una opción, pero estarías cayendo en el mito
de que todos los científicos hacen lo mismo y aún en ciencia existen distintos
trabajos que hacer, ya que hay quienes hacen investigación básica con el tipo
de preguntas que salvan vidas, venden millones de dólares en la industria
farmacéutica o bien responden a preguntas sobre el universo.
Luego hay otro grupo de personas que
traducen todo ello y logran explicarlo con palabras más comprensible y
finalmente están quienes aplican todos esos conocimientos de manera menos
ostentosa.
Actualmente se habla de ciudadanos
científicamente educados que son personas que aman la ciencia pero que no son
científicos, pueden ser periodistas o bien divulgadores de la ciencia.
A su vez, en ciencia hay expertos en
preguntar, o en hacer análisis matemáticos, otros escriben y otros pueden reportar
sus hallazgos de manera sencilla para la gente, por lo que si pides que todos
hagan lo mismo, están centrándote solo en una parte de la labor científica.
Te propongo que les pidas diferentes
tipos de semillas, y que ellos decidan quien quiere sembrar la semilla y
cuidarla, otros pueden hacer observaciones que incluye medir el crecimiento de
la planta todos los días, otros pueden tomar fotografías para mantener un
registro visual, otros podrán escribir
sobre lo que vayan encontrando y finalmente algunos podrán brindar conferencias
sobre la experiencia.
Puedes tener equipos donde los niños
decidan la labor que les gusta más y de este modo todos pueden comprender que
hay distintos facetas de la labor científica, igual que lo hiciste con la obra
de teatro, tuviste escritores, maquillistas, tuviste cantantes, actores y cada uno encontró su talento, en ciencia es
lo mismo.
¿Qué pasa si la planta no crece? , ¿Repruebo a
todo el equipo?
-¡Querido David! ¡Ya estás hablando
como maestro!!... pero ¡eso es lo que nos hace a todos odiar la ciencia!. ¡No
hay razón para ser tan violento con los niños, porque en ciencia se aprende
tanto de los errores como de los aciertos!.
Si una planta crece, siendo que
están al pendiente de todo, los niños aprenderán que existen 4 variables: tipo
de semilla, cantidad y tipo de tierra, cantidad de agua y de luz. Algunas
semillas crecerán más rápido que otras, por ejemplo mis melones brotaron antes
que las semillas de hibicus, y algunas necesitan más agua que otras, para
algunas la luz de la mañana les hace mejor que la luz del medio día. Los niños
podrán ver las diferencias y aprender de ellas.
Si la planta se muere comenzarán a
preguntarse ¿qué fue lo que falló? , ¿Quizá era necesaria más luz, tal vez no
debí ponerle jugo de naranja en lugar de agua. La próxima vez voy a poner más
semillas en lugar de solo una…
¿Soy tonto
o solo me siento así?
-Nada de eso, eres un maestro
que aprende y que será capaz de enseñar a los niños.
¿Nos vemos mañana por la tarde?
Cuando colgué, sentí que acaban de sembrar la
semilla de la curiosidad y la investigación que nunca creció en mí, pero me
aterró pensar que en algunos años otros maestros de los niños la pisarían como se pisa a una hormiga…
Terminé de responder algunos email que incluían
varios de mis amigos quienes preguntaban si me gustaba ejercer mi autoridad sobre
los niños y me brindaban consejos de cómo mantenerlos quietos en clase. Si eso
era ser maestro, comprendí porque nunca me gustó la escuela.
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