Con el otoño llegaron las lluvias y cada tarde
después de clase pasaba a leer o discutir sobre educación y ciencia en casa de
mi mentor, aprendí a usar las fotografías como excusa para enseñar cosas,
además usé más eficientemente Google para buscar información y comencé a
participar en foros de discusión sobre educación y ciencia en twitter y
Facebook, y en dos ocasiones acompañé a Gaby a conferencias en las que me
parecía natural abordar el tema de la ciencia en la educación.
Al mismo tiempo las autoridades del Condado
comenzaron a cerrar escuela y se levantó un movimiento de maestros. Las
escuelas se iban sumando poco a poco, se amenaza con una huelga si el gobierno
no busca la manera de que los recursos se distribuyan de manera eficiente entre
las escuelas, pero si esto no es posible, poco a poco se irán eligiendo las
mejores y se cerrarán las que no logren ciertos objetivos. Me preocupaba un
poco el asunto, pero por el momento tenía que centrarme en los niños y sus
proyectos.
Cada equipo mostraba avances considerables, sus
semillas comenzaron a cambiar y se asomaban, la mayoría estaban brotando a un
ritmo acelerado y a las que no, les dimos más tiempo. Teníamos suficientes
datos, registros fotográficos, mediciones, relatos. Los escritores comenzaron a
preparar los reportes y aprendimos a elaborar un cartel de comunicación
científica.
Les enseñé a usar aplicaciones a las que ellos
tenían acceso y comenzaron a hacer entrevistas a expertos en botánica. Cada
mañana discutíamos alguna noticia sobre agricultura y comenzamos a seguir los
reportes climáticos, pues nuestras plantas no podrían sobrevivir a las bajas
temperaturas. Algunas de ellas tendrían que sobrevivir dentro y con un poco de
suerte, estarían listas para la primavera.
Discutíamos opciones sobre las presentaciones y
después de un debate decidimos que todos participarían en la feria de ciencia
pero que tomarían turnos para explicar a los visitantes las plantas. Cada uno
conocía no solo el tipo de planta y su clasificación botánica, sabían los
procesos biológicos que ocurrían dentro de ellas, desde la fotosíntesis hasta
los procesos genéticos. ¡Estaban aprendiendo!.
Un día antes discutimos todos e imaginamos las
posibles preguntas que les pudieran hacer, ¡nos estábamos divirtiendo!, no
había tensión, no era como un examen del cual debíamos responder a todo y al
final solo obtendríamos un número; estábamos dispuestos a compartir lo que
sabíamos.
No fue extraño que se nos otorgara el espacio
más alejado de la escuela para presentar nuestros carteles, supuse que los
niños se sentirían señalados pero pareció no importarles, Gaby y nuestro mentor
nos ayudaron a acomodar todo y ambas abrazaban a los niños. ¡Éramos un equipo
de trabajo y lleno de ideas!.
Los primeros en acercarse fueron los papás de
Stephen, ambos inmigrantes suecos y se sintieron maravillados de las
explicaciones, creo que los niños les contagiaron un poco de su pasión por las
plantas, porque no podían dejar de leer y preguntar, luego los papás de Mita, y
los de José y la mamá y abuela de Tisha, poco a poco comenzamos a captar la
atención.
Algunos niños preguntaron si era correcto ir a
mirar los otros proyectos, y nuestro mentor les respondió que sí, que era un
momento para aprender de todos, que miraran, preguntaran y aprendieran, después
de un rato volvían y nos platicaban que habían visto.
Yo no me sentía seguro de ir a ver, pero cuando
le comenté mi duda a Gaby ella me dijo:
-Del mismo modo que tú debes estar
muy orgulloso de tus niños, los demás maestros saben que hicieron su mejor
esfuerzo, ¡vamos, yo también quiero ver!, además debemos invitar a que vengan a
vernos, de otro modo, nadie sabrá que estamos aquí. Si nos hubieran dado el
baño para presentar el trabajo, habríamos tenido más público.
Comenzamos a caminar y vimos experimentos de
física principalmente, recordé mis años de estudiante, siempre me sentí
nervioso de que mi maqueta se viera bien, que el volcán vomitara lava en el
momento correcto o que la rata corriera lo suficientemente rápido para que
lograra encender un foco de 10 watts. Esto no era diferente, las mismas caras de
hastío, los mismos nervios si alguien preguntaba.
Comenzamos a invitar a que nos visitaran.
Habíamos fijado que los niños comenzarían sus conferencias a las 9:30, para
cuando Gaby y yo regresamos a escucharlos ya había público, por lo que los
niños se presentaron, explicaron que su proyecto se llamaba “haciendo plantas”
y dijeron que habían preparado 5 conferencias: La botánica como estudio de las
plantas, Las regiones climáticas de los Estados Unidos, Cadena alimenticia y
medio ambiente, Polinización de las plantas y su importancia en el medio
ambiente, Principales enfermedades de las plantas. Todas ellas estaban
relacionadas para explicar lo que habían hecho.
Explicaron con lujo de detalle y fotografías
cómo fue que sus plantas fueron creciendo, que todas eran diferentes, explicaron
porque crecieron a pesar de que comenzaron en diferentes medios. No eran
explicaciones repetidas de libro, eran palabras que ellos comprendían y la
audiencia podía seguir perfecto todas sus explicaciones, fue tal la pasión con
la que hablaron que fue imposible dejar de escucharlos, siempre con ejemplos,
una fotografía, un número, un dato.
Cuando concluyeron, casi brinco al ver que casi
toda la escuela estaba presente, solo para escuchar a mis niños, pero lo mejor
vino cuando los asistentes comenzaron a hacer preguntas:
Si todas sus plantas crecieron, ¿entonces
pueden hacer crecer cualquier planta?
Mitta tomó la palabra y con sencillez
envidiable respondió: ¡No!, porque cómo podemos ver en el mapa climático de
nuestro país, las plantas crecen dependiendo del clima pues es una variable que
les permite adaptarse mejor. Además el profesor en botánica Steve Kolskov nos
explicó que no debemos invadir el espacio de las plantas con especies nuevas
pues éstas pueden matar a las especies nativas.
¿Pueden hacer crecer un frijol hasta el cielo?
Preguntó un adolescente con tono de burla, pero
José respondió de modo tal que no pudo continuar la broma: ¡No! Porque la
altura de las plantas depende de las condiciones geográficas, ya que por
ejemplo si miras la altura de los árboles en la costa oeste es distinta a la
altura de la misma especie en Hawaii.
Una voz lejana preguntó ¿qué van a hacer con
sus plantas?, las van a tirar ahora que la feria de ciencia concluya?
Kathleen
dijo con voz casi risueña: ¡Claro que no!, las vamos a mantener en un ambiente
protegido hasta que estén lo suficientemente fuertes para soportar el clima
exterior, luego las sembraremos afuera y cruzaremos los dedos para que los
conejos no se las coman.
Miles de preguntas de otros niños, de los
adultos y al final diversas personas, incluyendo a varios expertos que los
niños habían entrevistado se acercaron a felicitarlos, éramos los más visitados
por el momento. Los niños se acercaban a
abrazarme y sus familiares me daban las
gracias, pero no pude tomar todo el crédito, así que les pedí a los niños que
presentaran a todos quienes nos habían ayudado, incluyendo a nuestro mentor,
finalmente ella nos había dado no solo su tiempo, sino las semillas que nos
hicieron brillar.
Fue Trisha quien hizo los honores: El grupo de
primer grado tiene mucho que agradecer, primero a nuestro maestro, luego a
todos quienes aceptaron platicar con nosotros, por supuesto nuestra mentora que
nos enseñó cómo hacer plantas.
La directora y los demás maestros estaban ahí y
pensé que me juzgarían severamente pero en lugar de eso, la directora ofreció
crear un espacio en la escuela para que los niños sembraran las plantas llegado
el momento y que el grupo iniciara un proyecto en el cual enseñaran a otros
niños a sembrar plantas y a cuidarlas. Cuando terminó su discurso los niños
brincaban y sonreían tanto que pensé que tendrían un colapso. Todo había salido
mejor de lo que imaginé.
A la hora de la premiación por el mejor
proyecto, los niños se tomaron todos de las manos y se abrazaron alrededor de
mí. Me agaché y les dije que si ganábamos algo, era solo el principio de algo
mejor, pero si perdíamos, lo intentaríamos de nuevo y la siguiente vez lo
haríamos mucho mejor.
El premio se otorgaba con votación directa del
público y ¡nos favorecieron!, ganamos el listón azul que nos nombraba como el
grupo con el mejor proyecto de ciencia de la escuela. Pedí a Gaby que le tomara
una fotografía a nuestro preciado listón azul, la cual publiqué en Facebook y
Twitter con una nota que decía: mis niños lograron lo que yo jamás conseguí: no
solo entender ciencia, ¡sino hacerla divertida!, en educación todo es posible,
cuando creemos en los alumnos.