Todos estaban en la idea de las
vacaciones de invierno, así que tomé ese momento con un poco más de calma y comencé
actividades un poco más artísticas con los niños. Era fácil notar la
importancia del arte en el aula, los niños se sienten relajados y pueden
explotar su capacidades personales, algunos descubren ser buenos para cantar, y
otros para tocar instrumentos, al fin de cuentas si el lenguaje depende de los
sonidos, el canto y la música son parte del mismo sistema sensorial.
Esa tarde como siempre pasé a platicar
con mi amiga. Es interesante como nuestras charlas iban moldeando mis ideas
sobre la docencia. Sigo teniendo miedo de dañar la mente de los niños, ¿cuánto
es demasiado pedir?, ¿exijo poco?, ¿Sus risas indican que no soy un buen
maestro?... quizá no hay una forma de medir el éxito, excepto con las pruebas,
o esperando que un día se conviertan en personas exitosas.
Esa tarde comenzamos la discusión sobre
la cantidad exagerada de contenidos que buscan crear competencias en los alumnos,
pero se pierde por la falta de motivación y de repetición de todo lo que se
debe enseñar.
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A
veces quisiera que los niños pudieran disfrutar las tareas y no solo pasar de
una a otra, le dije con desgano.
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No
es solo poco motivante, va en contra de los principios más básicos del
aprendizaje, lo cual te muestra la distancia entre la educación y el
aprendizaje.
-
Entonces,
¿deberíamos repetir más?
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Cuando
miras las historias de los grandes atletas, artistas o de todo aquel a quien
admires, descubres que hay algo en común: comenzaron a construir sus
habilidades desde edades muy tempranas, y dieron pasos de bebé antes de
convertirse en grandes maestros.
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Es
verdad, aunque el modelo de competencias describe ese paso lento hacía metas
que permitan a los niños ser aptos en su entorno…
-
Así
deberían estar planteadas, pero en realidad solo marca la meta, por ejemplo en
lectura, solo dice que los niños deben ser aptos de desarrollar una competencia
comunicativa de manera verbal para comprender las ideas de otros, pero no
desmenuza el proceso.
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¿Dónde
inicia el proceso?
-
Inicia
en la capacidad de escuchar y diferenciar claramente los sonidos de su lenguaje
natural. Escuchas uno y otro sonidos ambientales como el canto de los pájaros,
o la caída de las hojas secas, escuchas ladrar a los perros, luego les das
significado y asocias palabras a esos sonidos. El cerebro funciona conjuntando
información, pero no lo hace de la nada, necesita discriminar entre una
palabra, una melodía y un ruido. Eso solo lo logra cuando está expuesto a cada estímulo.
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¿Entonces
deberíamos permitir a los niños que escuchen otras estímulos para apoyarles en
la lectura?.
-
Eso,
y dejarles que canten, estimularlos auditivamente, dejarles hacer juegos de
palabras, porque el siguiente gran paso es ver
el sonido, a través de signos y símbolos que representan esos sonidos.
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Siempre
he pensado que la lectura es un proceso visual, nunca se me había ocurrido que
pudiera ser auditivo.
- Es
el descuido de muchos, pero cuando trabajas con los niños, descubres que si no
han logrado diferenciar los sonidos, no son capaces de relacionarlos con el
símbolo que le corresponde y eso tiene como consecuencia que escriben con
errores ortográficos. Es por ello que los extranjeros podemos escribir bien,
pues además contamos con correctores ortográficos, pero cuando escuchamos a
otros y debemos hablar es obvio que
no somos nativos.
-
¡Es
cierto!, he visto que los niños son mejores cuando escriben, pero les cuesta a
veces trabajo conversar, pues no entienden algunas palabras.
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A
veces da pena decir: ¡no entiendo!, pero si vences el miedo y lo intentas una y
otra y otra vez, usualmente terminas no solo comprendiendo palabras, sino
significados y eso es el lenguaje, que eventualmente se convierte en palabras
escritas
-
Entonces
deben practicar mucho, y no cambiar contenidos de manera a veces arbitraria.
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¡Asi
es!, si miras de la vida de cualquier persona que ha sido excelente en algo, te
das cuenta que comenzó con algo a veces alejado de lo que lo termina dándole
tanto gusto y entonces si miras modelos biológicos, cualquiera que sea,
observas dos aspectos importantes: uno es la motivación para repetir y repetir
y repetir algo que termina automatizando tanto esa conducta que se le hace fácil.
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Es
cierto, pero en la escuela a veces no lo motivamos y no les permitimos hacerlo
mil veces…
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Cuando
al violonchelista Pablo Casals le preguntaron porque seguía tocando su amado
instrumento después de los 90 años, el respondió que lo hacía porque quería “seguir
logrando progreso”, a pesar de que su talento fue reconocido 60 años antes de
ello. También dijo que el arte de la interpretación es no tocar como está
escrito…
-
Entonces
llega un momento en que uno mismo busca avanzar y evolucionar…
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Si,
ocurre de manera natural, pero debes darle la oportunidad al niño de hacerlo y
olvidar decir: “así no se hace”, “vuélvelo a hacer”…debes dejarle que
experimente un poco, que busque nuevas soluciones, otras formas de decir las
cosas, y sobre todo, que lo disfrute…
Esa charla me dejó claro lo que quería
para Navidad: pedí que un día pudiéramos dar más libertad a los niños para
encontrar su propio talento, porque no hay duda que todos tenemos, algo en lo
que somos excelentes, y hay quienes nunca lo encuentran.