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Friday, March 29, 2013

15 La feria de ciencia



Con el otoño llegaron las lluvias y cada tarde después de clase pasaba a leer o discutir sobre educación y ciencia en casa de mi mentor, aprendí a usar las fotografías como excusa para enseñar cosas, además usé más eficientemente Google para buscar información y comencé a participar en foros de discusión sobre educación y ciencia en twitter y Facebook, y en dos ocasiones acompañé a Gaby a conferencias en las que me parecía natural abordar el tema de la ciencia en la educación.

Al mismo tiempo las autoridades del Condado comenzaron a cerrar escuela y se levantó un movimiento de maestros. Las escuelas se iban sumando poco a poco, se amenaza con una huelga si el gobierno no busca la manera de que los recursos se distribuyan de manera eficiente entre las escuelas, pero si esto no es posible, poco a poco se irán eligiendo las mejores y se cerrarán las que no logren ciertos objetivos. Me preocupaba un poco el asunto, pero por el momento tenía que centrarme en los niños y sus proyectos.

Cada equipo mostraba avances considerables, sus semillas comenzaron a cambiar y se asomaban, la mayoría estaban brotando a un ritmo acelerado y a las que no, les dimos más tiempo. Teníamos suficientes datos, registros fotográficos, mediciones, relatos. Los escritores comenzaron a preparar los reportes y aprendimos a elaborar un cartel de comunicación científica. 

Les enseñé a usar aplicaciones a las que ellos tenían acceso y comenzaron a hacer entrevistas a expertos en botánica. Cada mañana discutíamos alguna noticia sobre agricultura y comenzamos a seguir los reportes climáticos, pues nuestras plantas no podrían sobrevivir a las bajas temperaturas. Algunas de ellas tendrían que sobrevivir dentro y con un poco de suerte, estarían listas para la primavera.

Discutíamos opciones sobre las presentaciones y después de un debate decidimos que todos participarían en la feria de ciencia pero que tomarían turnos para explicar a los visitantes las plantas. Cada uno conocía no solo el tipo de planta y su clasificación botánica, sabían los procesos biológicos que ocurrían dentro de ellas, desde la fotosíntesis hasta los procesos genéticos. ¡Estaban aprendiendo!.

Un día antes discutimos todos e imaginamos las posibles preguntas que les pudieran hacer, ¡nos estábamos divirtiendo!, no había tensión, no era como un examen del cual debíamos responder a todo y al final solo obtendríamos un número; estábamos dispuestos a compartir lo que sabíamos.

No fue extraño que se nos otorgara el espacio más alejado de la escuela para presentar nuestros carteles, supuse que los niños se sentirían señalados pero pareció no importarles, Gaby y nuestro mentor nos ayudaron a acomodar todo y ambas abrazaban a los niños. ¡Éramos un equipo de trabajo y lleno de ideas!.

Los primeros en acercarse fueron los papás de Stephen, ambos inmigrantes suecos y se sintieron maravillados de las explicaciones, creo que los niños les contagiaron un poco de su pasión por las plantas, porque no podían dejar de leer y preguntar, luego los papás de Mita, y los de José y la mamá y abuela de Tisha, poco a poco comenzamos a captar la atención.

Algunos niños preguntaron si era correcto ir a mirar los otros proyectos, y nuestro mentor les respondió que sí, que era un momento para aprender de todos, que miraran, preguntaran y aprendieran, después de un rato volvían y nos platicaban que habían visto. 

Yo no me sentía seguro de ir a ver, pero cuando le comenté mi duda a Gaby ella me dijo:
-Del mismo modo que tú debes estar muy orgulloso de tus niños, los demás maestros saben que hicieron su mejor esfuerzo, ¡vamos, yo también quiero ver!, además debemos invitar a que vengan a vernos, de otro modo, nadie sabrá que estamos aquí. Si nos hubieran dado el baño para presentar el trabajo, habríamos tenido más público.

Comenzamos a caminar y vimos experimentos de física principalmente, recordé mis años de estudiante, siempre me sentí nervioso de que mi maqueta se viera bien, que el volcán vomitara lava en el momento correcto o que la rata corriera lo suficientemente rápido para que lograra encender un foco de 10 watts. Esto no era diferente, las mismas caras de hastío, los mismos nervios si alguien preguntaba.

Comenzamos a invitar a que nos visitaran. Habíamos fijado que los niños comenzarían sus conferencias a las 9:30, para cuando Gaby y yo regresamos a escucharlos ya había público, por lo que los niños se presentaron, explicaron que su proyecto se llamaba “haciendo plantas” y dijeron que habían preparado 5 conferencias: La botánica como estudio de las plantas, Las regiones climáticas de los Estados Unidos, Cadena alimenticia y medio ambiente, Polinización de las plantas y su importancia en el medio ambiente, Principales enfermedades de las plantas. Todas ellas estaban relacionadas para explicar lo que habían hecho.

Explicaron con lujo de detalle y fotografías cómo fue que sus plantas fueron creciendo, que todas eran diferentes, explicaron porque crecieron a pesar de que comenzaron en diferentes medios. No eran explicaciones repetidas de libro, eran palabras que ellos comprendían y la audiencia podía seguir perfecto todas sus explicaciones, fue tal la pasión con la que hablaron que fue imposible dejar de escucharlos, siempre con ejemplos, una fotografía, un número, un dato.

Cuando concluyeron, casi brinco al ver que casi toda la escuela estaba presente, solo para escuchar a mis niños, pero lo mejor vino cuando los asistentes comenzaron a hacer preguntas: 

Si todas sus plantas crecieron, ¿entonces pueden hacer crecer cualquier planta?

Mitta tomó la palabra y con sencillez envidiable respondió: ¡No!, porque cómo podemos ver en el mapa climático de nuestro país, las plantas crecen dependiendo del clima pues es una variable que les permite adaptarse mejor. Además el profesor en botánica Steve Kolskov nos explicó que no debemos invadir el espacio de las plantas con especies nuevas pues éstas pueden matar a las especies nativas.

¿Pueden hacer crecer un frijol hasta el cielo? 

Preguntó un adolescente con tono de burla, pero José respondió de modo tal que no pudo continuar la broma: ¡No! Porque la altura de las plantas depende de las condiciones geográficas, ya que por ejemplo si miras la altura de los árboles en la costa oeste es distinta a la altura de la misma especie en Hawaii.

Una voz lejana preguntó ¿qué van a hacer con sus plantas?, las van a tirar ahora que la feria de ciencia concluya?

 Kathleen dijo con voz casi risueña: ¡Claro que no!, las vamos a mantener en un ambiente protegido hasta que estén lo suficientemente fuertes para soportar el clima exterior, luego las sembraremos afuera y cruzaremos los dedos para que los conejos no se las coman. 

Miles de preguntas de otros niños, de los adultos y al final diversas personas, incluyendo a varios expertos que los niños habían entrevistado se acercaron a felicitarlos, éramos los más visitados por el momento.  Los niños se acercaban a abrazarme y  sus familiares me daban las gracias, pero no pude tomar todo el crédito, así que les pedí a los niños que presentaran a todos quienes nos habían ayudado, incluyendo a nuestro mentor, finalmente ella nos había dado no solo su tiempo, sino las semillas que nos hicieron brillar.

Fue Trisha quien hizo los honores: El grupo de primer grado tiene mucho que agradecer, primero a nuestro maestro, luego a todos quienes aceptaron platicar con nosotros, por supuesto nuestra mentora que nos enseñó cómo hacer plantas.

La directora y los demás maestros estaban ahí y pensé que me juzgarían severamente pero en lugar de eso, la directora ofreció crear un espacio en la escuela para que los niños sembraran las plantas llegado el momento y que el grupo iniciara un proyecto en el cual enseñaran a otros niños a sembrar plantas y a cuidarlas. Cuando terminó su discurso los niños brincaban y sonreían tanto que pensé que tendrían un colapso. Todo había salido mejor de lo que imaginé.

A la hora de la premiación por el mejor proyecto, los niños se tomaron todos de las manos y se abrazaron alrededor de mí. Me agaché y les dije que si ganábamos algo, era solo el principio de algo mejor, pero si perdíamos, lo intentaríamos de nuevo y la siguiente vez lo haríamos mucho mejor.

El premio se otorgaba con votación directa del público y ¡nos favorecieron!, ganamos el listón azul que nos nombraba como el grupo con el mejor proyecto de ciencia de la escuela. Pedí a Gaby que le tomara una fotografía a nuestro preciado listón azul, la cual publiqué en Facebook y Twitter con una nota que decía: mis niños lograron lo que yo jamás conseguí: no solo entender ciencia, ¡sino hacerla divertida!, en educación todo es posible, cuando creemos en los alumnos.

Friday, March 22, 2013

14 La inteligencia infantil



¿Cómo van tus alumnos con sus proyectos de ciencia, David?, escuche la pregunta que me sacó de mis propios pensamientos mientras intentaba comprender como imprimir una hoja en la sala de maestros. Era Sonja, la maestra de quinto grado. Antes de que pudiera responderle continúo diciendo: uno de mis alumnos tiene un hermano en tu salón, dice que su hermano toma fotos de plantas y que hace observaciones todos los días, pero que cuando le pregunta el niño solo responde que están haciendo plantas.

Si, tienen un proyecto sobre el desarrollo de las plantas que les ha gustado mucho.

-Supongo que lo adecuaste a su nivel de inteligencia, pues no creo que sus padres pueden apoyarles mucho en las materias de ciencia ¿verdad?.

Me pareció racista y ofensiva la pregunta pero decidí preguntar a que se refería antes de acusarla por falta de respeto a las minorías.

-Bueno, tú sabes, no todos entienden de física. Mis alumnos explicarán sobre física.

Suena genial ¿Todos están haciendo el mismo experimento?

-¡Por supuesto!, ¿de qué otro modo se puede hacer?.

Recordé aquel primer encuentro: hay muchos mitos en la ciencia y se enseña que solo existe la física y la química pero además que solo hay una labor científica.

Cuando la impresora finalmente escupió la hoja deseada, me retiré diciendo que seguramente su experimento sería un éxito.

Mientras caminaba a mi salón le envié un mensaje a mi mentor y le pregunté si podría pasar a visitarla después de clase. Su respuesta tardó un rato pero aceptó verme.

Cuando me recibió me pidió solo un segundo, pues estaba fotografiando una ardilla. Cuando terminó, buscó un vaso y sirvió limonada que igual que la vez anterior no tenía azúcar, por lo que me pidió que yo la endulzara. Creo aún no le tenía suficiente confianza para preguntarle porque no agregaba azúcar a su limonada.

Le dije que no quería quitarle el tiempo pero que me había asaltado la idea de que los demás maestros no creían en las capacidades de los niños y que al parecer mis alumnos estaban etiquetados por debajo de la norma de inteligencia, y que quizá yo les estaba haciendo un daño al hacerles pensar que podía hacer las cosas como cualquier otro alumno.

Su rostro cambió su habitual sonrisa por tristeza, pensé que quizá no me había comprendido bien, pero después de un segundo me dio esta explicación:

-Querido David, no sé si sabes que yo no entiendo nada de educación, no comprendo por qué la educación no es capaz de centrarse en el aprendizaje de los alumnos, y menos aún en cómo fue que adoptó la idea de que existe algo como inteligencia y que a partir de ello es posible clasificar a los alumnos. Existen socialmente tres grupos que son los niños con talento o alta capacidad para hacer algo, luego vienen los niños que pueden hacer las cosas a un ritmo usual y finalmente los niños con necesidades educativas especiales. Cada grupo tiene sus características y sin duda sus propias formas de adecuarse al ambiente.

El problema viene cuando pensamos que la inteligencia determina lo que puedes o no hacer. Yo creo que se debería decir: yo hago de esta forma ¿y tú?, o ¿tú como lo harías?, yo pienso esto ¿tú qué opinas?, en mi opinión eso nos haría a todos menos temerosos de aprender pensar que todos hacemos las cosas de una sola forma es una de las muchas paradojas sociales de las cuales un día podremos discutir.

La escuela dice: Así deben hacerse las cosas y se hace lo que yo te digo, del modo que yo te digo y si yo te digo, pero admiramos a quienes son diferentes, hace 10 años el Iphone fue una cosa revolucionaria, ahora se habla de innovación y tecnología pero no se permite desde el seno escolar. La creatividad es aniquilada, pero peor aún, reproducen mitos que se convierten en verdades falsas.

Un ejemplo es que la ciencia es solo para mentes privilegiadas o que en ciencia existen leyes, cuando que la verdad es que la ciencia cambia, evoluciona, igual que nuestro cerebro, lo que sabes hoy, no lo sabías hace 10 años. Si no puedes hacer algo hoy, quizá lo logres en 1 mes o un año.

Si preguntas a los niños y a los maestros están temerosos de cometer un error, es por eso que no pueden centrarse en aprender, por eso no preguntan aunque tienen dudas, “no vayan a pensar que soy tonto” o que “no pienso como tú”. ¡Eso nos consume!.

Yo no sé manejar un auto pero no dudo que un día al menos voy a mover el volante.

Mi pregunta te va a hacer enojar, pero no quiero que siga atormentándome: los niños de grupos minoritarios ¿pueden aprender de igual forma que otros niños?.

Sus ojos brillaron y me miró de un modo que sabía que su respuesta cambiaría mi vida.

-David, si me preguntas desde el punto de vista de la educación, la respuesta es NO, porque ellos no se ajustan culturalmente a los programas educativos, pues van en contra de la comprensión del idioma de la oportunidad de herramientas ambientales pues sus padres trabajan 12 o 14 horas al día, no tienen tiempo de ayudarles en sus tareas y aunque lo hagan, no pueden resolver dificultades relacionadas con temas que ellos no conocen.

Desde el punto de vista de la neurociencia, TODOS los niños pueden aprender pues el aprendizaje es un proceso necesario para la conservación de la especie y este principio está relacionado con la capacidad de adaptarse al medio ambiente. Evolutivamente hemos sobrevivido por esta capacidad de adaptarnos al ambiente y en el caso de los seres humanos la capacidad de adaptar el ambiente, pero este principio es compartido hasta por las proteínas, las cuales te dan a entender que no se necesita un cerebro para adaptarse. El principio es simple, o te adaptas o te vas. Esto se aplica en los ambientes laborales y hasta en la tecnología, la cual evoluciona a pasos agigantados.

Creo que me gusta ver al cerebro como un prototipo natural capaz de adquirir aplicaciones cada que las requiere, borra las que no necesita, desarrolla, inventa, crea.

Así que lo que te puedo decir es que tus niños tienen TODO para aprender, pero el ingrediente principal en todo aprendizaje es que crean en ellos.

Ayer no escuché ninguna pregunta tonta y su capacidad de saber es emocionante. No tengo más consejo que darte excepto que te des la oportunidad de maravillarte de sus capacidades, sin esperar que hagan esto o aquello, pues si cierras los ojos, nunca serás capaz de escuchar la música, ya que estarás temeroso a caerte o lastimarte.

Los niños creen en ti, sus padres confían y miro en sus ojos las ganas de saber. Por tu pregunta creo que te hace falta confiar en ti mismo.

Me di cuenta que la escuela nos cierra los ojos, estaba frente a un principio distinto. Cuando estaba listo para ir a casa le pedí que un día me explicara su idea de educación.

-¡Con todo gusto!, prometo que tendremos esa charla. Pero por el momento, toma, te junté algunas revistas sobre pedagogía de la ciencia y algunas otras. No tienes que cargarlas todas, puedes dejarlas aquí y venir por ellas cuando gustes, pues ahora sé que tomas este camino para ir a casa.

¡Sentí como si me dieran un Lamborghini!, le prometí pasar a molestarla después de clase, y mientras tomé mi mochila le pregunté porque su perro no me ladraba si no sabe quién está  a su lado.

-Simple, ella no ve, ni escucha pero puede olerte, sabe quién eres de la misma forma en que tú puedes reconocerla, solo que emplean distinto mecanismos. Eso es un ejemplo de adaptación.

Corrí hasta casa y cuando llegué no solo me sentí contento por mi esfuerzo físico, por primera vez fui capaz de cerrar mis ojos y escuchar la música y ¡voy a buscar las forma de compartirlo con todos!.

Friday, March 15, 2013

13 Plantando semillas

No podía dormir después de mi conversación sobre la ciencia, pensaba en cómo los niños tomarían la tarea, en qué pensarían de visitar un jardín, ¿les parecería bien a los padres?, ¿cuál sería la actitud de la directora?, había salido bien librado con la noche de arte pero esto me parecía más académico. 

Me levante y redacté una nota a los padres para pedirles que permitieran ir a los niños después de clase el viernes y si algunos de ellos los podrían acompañar, anote la dirección, imprimí el comunicado y puse todas las hojas sobre mi maleta. Tal vez eso me tranquilizó porque dormí hasta que la alarma retumbó en mi oído.
 
Camino a la escuela, reconocí la casa, estaba seguro que la había visto antes, y que había visto antes a esta mujer caminando con dos perros por la mañana. Uno de los perros caminaba lento y el otro avanzaba a grandes pasos, por lo que ella quedaba en medio de los dos. 

Mientras estaba ocupado con mis pensamientos, escuché una voz que decía: ¡Buenos días maestro!, cuando dirigí la mirada vi a la pequeña Jackie caminando hacia mí. 

Caminamos juntos hasta la escuela y vi a varios padres de familia por lo que comencé a repartir la información y les pedí que me ayudaran para darla a conocer. Todos fueron muy amables y cuando vieron la dirección, niños y padres dijeron que conocían bien el lugar. 

Parecía que todo sería sencillo de lograr en ese punto.

Cuando entré al salón, comencé a hablarles a los niños sobre mi encuentro con las plantas y les comenté el reto, lo primero que íbamos a hacer es hablar con quién nos apoyaría en todo el proceso de hacer plantas, luego haríamos equipos y algunos plantarían las semillas y entonces algunos medirían el crecimiento y harían notas diarias, como en un diario, otros tomarían fotos, algunos harían los escritos y otros expondrían la información durante la feria de ciencia.

 Les dije que seríamos como abejas, las cuales cada uno tiene un trabajo específico para asegurar que todas siguieran sobre la faz de la tierra. Hice dibujos en el pizarrón y en un momento miré las caras de los niños que estaban sonriendo y escuchando todo lo que decía con tal atención que creo que podía escuchar la respiración de cada uno.

Cuando terminé les pedí que hicieran preguntas y si sus preguntas hubieran sido gotas de lluvia, habría podido documentar un diluvio: ¿Puedo sembrar palomitas de maíz?, ¿puedo sembrar jitomates?, ¿puedo regar las plantas con leche?... ¡dice mi mamá que la leche me hace crecer!, ¿puedo tomar fotografías de las semillas?, pero ¿cómo las voy a ver cuando estén bajo la tierra?, ¿puedo… puedo… puedo…?. En 10 minutos conté 56 diferentes preguntas, las cuales iba anotando discretamente.

El viernes al concluir el descanso les pregunté quienes podrán ir después de clase a nuestro jardín especial y todos levantaron la mano. Algunos dijeron que su mamá no podía llevarlos pero ya ellas se habían organizado.

Cuando salimos de la escuela nos dirigimos todos hacia nuestra cita, los niños rodearon una de las plantas y recibieron una divertida y sencilla explicación sobre la labor de las abejas y la polinización y el papel de las mariposas en el crecimiento de las plantas, y aprendieron que hay diferentes tipos de plantas, lo curioso es que no eran las explicaciones clásicas de los libros, eran respuestas a las preguntas de los niños que parecía que nunca terminarían. 

Algunas se dirigían a las plantas, otras a las abejas y regresaban a las plantas y finalmente una se centró en uno de los perros, los cuales eran peculiarmente tranquilos y parecía que disfrutaban de los niños: ¿por qué su perro solo tiene una oreja negra?, y la respuesta fue: ¿cuál es tu teoría?. 

Conté 12 explicaciones diferentes desde: ustedes le pintan la oreja para diferenciarla, hasta a su mamá no le alcanzó la pintura para que fuera completamente blanca, pero la respuesta de  Tisha, que es una niña afroamericana casi me hizo llorar pues dijo que Dios había tomado por ahí a la perrita para pintarla y como Dios era de color, su oreja aún tenía las huellas de Dios…

Cuando preguntaron si podían acariciar  a ese perro que todo el tiempo había estado en brazos de nuestra conferencista, ella les dijo que era sordo ciega y que debían ser muy suaves al acariciarla. ¿Cómo diablos no me di cuenta de eso?, la toqué el día que estuve aquí, cuando salimos le pusieron el arnés y solo la cargo para bajar las escaleras… ¿cuándo perdí mi capacidad de observación?.

Al final, les explicó que ella había encontrado que las semillas secas funcionan mejor, así que de sus frasquitos les dio semillas a los niños y les pidió a cada uno que recordaran que eran. Las madres solo observaron todo, no preguntaron, pero sin duda disfrutaron todo el tiempo de las preguntas de sus hijos.

Cuando los niños y se marcharon me invitó a su oficina y le dije que sentía mucho que su perro fuera sordo, pero me dijo que antes que sordo ciega Bubu era una criatura inteligente y que ella se adaptaba al ambiente de la misma forma que cualquier otro perro, que no había razón para tenerle lástima.

Comencé dando mi reporte sobre el número de preguntas de los niños: conté 56 preguntas en el salón y contigo 72, tomando en cuenta que se hicieron en un lapso de 70 minutos nos da un promedio de 1.82 preguntas por minuto y si lo dividimos entre 20 niños entonces tenemos un total de 6.4 preguntas por niño…
  -El siguiente paso sería analizar las preguntas y dividirlas en  preguntas que han podido escuchar de otras charlas, preguntas que han desarrollado durante las explicaciones y preguntas sin sentido o solo por preguntar. Con ello, estarías haciendo una investigación cognitiva. Pero no te preocupes, para ello necesitas grabas a los niños para hacer un análisis posterior de las sesiones.


 ¿En serio?, ¿no necesito tener un post doctorado para hacer investigación?.
                     
            -¡No!, solo necesitas una pregunta o la necesidad de resolver un problema. ¡Más simple que Facebook!.
   
 El fin de semana busqué más información e hice un plan de acción que me sorprendió pues todo era perfectamente claro.  ¡No más miedo!, me di el lujo de salir a correr por la tarde, me sentía relajado.

El lunes, los niños me dijeron que ya habían sembrado las semillas que les habían dado y otros dijeron que pondrían a secar más semillas. Decidieron trabajar  bajo dos ambientes, algunos emplearían  tierra y otros un algodón con agua, compararían el crecimiento y como ya estaban formados  los equipos cada uno sabía perfectamente su labor.

 Algunos me dijeron que habían ido el fin de semana al Jardín Botánico de la Ciudad, y recibí notas de los padres agradeciendo que estuviera haciendo algo por sus hijos. El papá de José me escribió una nota diciendo que su hijo es nieto de campesinos en un pueblo de México y que les haría muy feliz que su hijo aprendiera el amor por la tierra y las plantas.

Estuvimos leyendo de Google artículos sobre las plantas que complementaban perfecto lo que decía su libro, y apreciaron mucho las fotografías que nuestro guía me había dado para exponer el tema.

Aún había mucho que hacer pero, creo que estábamos por buen camino. Además esto nos permitiría usar los números, por supuesto la lectura y la escritura y las habilidades gráficas y de expresión. Desarrollarían la capacidad de observación, estarían analizando y resolviendo problemas, comparando resultados, haciendo investigación, pero sobre todo, los niños estaban en contacto directo con la ciencia… ¡y sin dolor alguno!. Quizá aprenderían a amarla más de lo que yo nunca aprendí en todos mis años de escuela.

Friday, March 8, 2013

12 Aprendiendo de la ciencia


Cuando volví a casa, sano y salvo afortunadamente después de otro viaje en el Super Prius de Gaby, le envié un mensaje a quien tantos consejos me había brindado y mi pregunta sin más preámbulo fue: ¿cómo le puedo enseñar ciencia a los niños?


Su respuesta hizo que casi me cayera de la silla a pesar de que estaba sentado sobre la cama: 


-Querido David, yo creo que tu pregunta es un poco más compleja, pues creo que a esta edad a los niños no se les debería enseñar ciencia, sino como amar la ciencia.



En el siguiente mensaje le pedí su teléfono porque por un momento tuve esa sensación de que esta charla me llevaría varias horas… cuando me respondió,  le pedí que me explicara eso con bolitas y palitos.


- David, debes mirar a los niños no como un cubo vacío al que les vas a depositar conocimientos, como quien vierte agua a una planta y esta florece gracias al agua y la tierra que pones sobre ella, pues eventualmente la planta deja de crecer. Los niños son científicos por naturaleza, ellos cuentan con un proceso que en algún momento de nuestra vida escolar perdemos y es la imperiosa necesidad de preguntar.

Los niños preguntan de manera inocente porque quieren saber, un adulto pregunta para saber si tú sabes. Para darte un ejemplo de esto, hace un rato, mientras te daba la explicación, no preguntaste mucho. Quizá estabas pensando que tus preguntas podrían parecerme tontas,  pero espero que mañana con los niños cambies de forma de pensar ya que  tu labor será observar la actitud de los niños y contar el número de preguntas que harán, y al mismo tiempo observarás a los adultos que les acompañen y después comentamos tus resultados. 

             Yo creo que los niños van a tener más preguntas que los adultos, esa es mi hipótesis
¿Puedo enseñar ciencia si les pido que todos planten un mismo tipo semilla y la vean crecer?

      - Esa es  una opción, pero estarías cayendo en el mito de que todos los científicos hacen lo mismo y aún en ciencia existen distintos trabajos que hacer, ya que hay quienes hacen investigación básica con el tipo de preguntas que salvan vidas, venden millones de dólares en la industria farmacéutica o bien responden a preguntas sobre el universo.

    Luego hay otro grupo de personas que traducen todo ello y logran explicarlo con palabras más comprensible y finalmente están quienes aplican todos esos conocimientos de manera menos ostentosa.



    Actualmente se habla de ciudadanos científicamente educados que son personas que aman la ciencia pero que no son científicos, pueden ser periodistas o bien divulgadores de la ciencia.



   A su vez, en ciencia hay expertos en preguntar, o en hacer análisis matemáticos, otros escriben y otros pueden reportar sus hallazgos de manera sencilla para la gente, por lo que si pides que todos hagan lo mismo, están centrándote solo en una parte de la labor científica.



   Te propongo que les pidas diferentes tipos de semillas, y que ellos decidan quien quiere sembrar la semilla y cuidarla, otros pueden hacer observaciones que incluye medir el crecimiento de la planta todos los días, otros pueden tomar fotografías para mantener un registro visual,  otros podrán escribir sobre lo que vayan encontrando y finalmente algunos podrán brindar conferencias sobre la experiencia.



     Puedes tener equipos donde los niños decidan la labor que les gusta más y de este modo todos pueden comprender que hay distintos facetas de la labor científica, igual que lo hiciste con la obra de teatro, tuviste escritores, maquillistas, tuviste cantantes, actores  y cada uno encontró su talento, en ciencia es lo mismo.


¿Qué pasa si la planta no crece? , ¿Repruebo a todo el equipo?


-¡Querido David! ¡Ya estás hablando como maestro!!... pero ¡eso es lo que nos hace a todos odiar la ciencia!. ¡No hay razón para ser tan violento con los niños, porque en ciencia se aprende tanto de los errores como de los aciertos!.


Si una planta crece, siendo que están al pendiente de todo, los niños aprenderán que existen 4 variables: tipo de semilla, cantidad y tipo de tierra, cantidad de agua y de luz. Algunas semillas crecerán más rápido que otras, por ejemplo mis melones brotaron antes que las semillas de hibicus, y algunas necesitan más agua que otras, para algunas la luz de la mañana les hace mejor que la luz del medio día. Los niños podrán ver las diferencias y aprender de ellas.


Si la planta se muere comenzarán a preguntarse ¿qué fue lo que falló? , ¿Quizá era necesaria más luz, tal vez no debí ponerle jugo de naranja en lugar de agua. La próxima vez voy a poner más semillas en lugar de solo una… 


¿Soy tonto o solo me siento así?


                -Nada de eso, eres un maestro que aprende y que será capaz de enseñar a los niños.  
                ¿Nos vemos mañana por la tarde?


Cuando colgué, sentí que acaban de sembrar la semilla de la curiosidad y la investigación que nunca creció en mí, pero me aterró pensar que en algunos años otros maestros de los niños  la pisarían como se pisa a una hormiga… 


Terminé de responder algunos email que incluían varios de mis amigos quienes preguntaban si me gustaba ejercer mi autoridad sobre los niños y me brindaban consejos de cómo mantenerlos quietos en clase. Si eso era ser maestro, comprendí porque nunca me gustó la escuela.